La lluvia golpea intensamente el
tejado,
La noche, la soledad, pegan más fuerte,
Me arrinconan en la oscuridad… tu recuerdo,
Me oprime el corazón y trae a mi mente,
Tus grandes ojos tristes, tu pelo, tu boca…
Nido en el que anhelé dejar vehemente,
Los ardientes besos que ella me provoca,
Invisible, etéreo, llegas sutilmente,
Cierro los ojos, integra me entrego,
Sumisa, incapaz de negarme a tus antojos,
Que mi mundo se consume en el fuego,
Voraz encendido y pasional de tus ojos.
Me posees aun estando ausente,
Siempre consigues de mi lo que quieres
No está tu cuerpo… ¡tu alma eternamente!
Me lleva al mundo del que dueño eres,
Irreal, ficticio, imaginario, presente…
Allí donde llegamos juntos, a dejar el alma,
Donde fui y fuimos espíritus inconscientes,
Nos mordimos amantes, sin paz ni calma…
Dejamos ambos girones de piel, jadeos…
Desgarrado el deseo, fundidas las almas.
Siendo sin ser, queriendo sin quererlo,
Amándonos más allá del amor…
Deseándonos más allá que el deseo,
Hoy la noche te regresa a mis brazos
Sé que en tu madrugada, esperas mi regreso…
Que no podremos jamás cortar los lazos
Aunque lo neguemos, soy, eres y seremos uno
Y del destino amor, ¡estamos presos!
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