23 de
febrero, 2012
Aeropuerto de
Bruselas, 12.30 hs
El día
amaneció complicado, no es fácil despedirse de una hija y sus niños,
mi humor no
era el mejor…para colmo, después de los nervios
por la congestión de transito
pensando que pudiera perder el vuelo, resultó que este saldría atrasado,
por lo que la
espera se alargaría…
Dejaba vagar
mi mente en las cosas buenas que seguramente disfrutaría en España… una forma
de no pensar lo que estaba dejando atrás.
Siempre me
gustó observar la gente, imaginar sus historias, guiada por su forma de hablar,
de vestirse o de gesticular, detalles que por lo general dicen mucho más que
las palabras y como me cuesta entablar conversación con personas desconocidas,
bueno entonces me hundo en mi mundo…sola.
Las butacas
de la sala de espera se hallaban ocupadas en su mayoría, todos los que
tomaríamos el vuelo 3203 de Iberia con destino a Madrid, estábamos ahí.
Mientras dejaba correr la vista por las
personas allí reunidas, gente de distintos países y culturas entremezclados,
unos muy formales otros con ropas exóticas o deportivas…
Un chico
llamó poderosamente mi atención, hay rostros que parecen despedir luz…son muy
pocos ¡pero los hay! Y no precisamente por su belleza física,
Es esa
expresión de bondad casi sublime… sin duda era también un chico muy apuesto,
con un aire de Cristiano Ronaldo, pero realmente no fue el parecido lo que
llamó mi atención, sino que me despertaba una increíble sensación de conocerle,
algo en mi mente, un recuerdo pugnaba por despertar…
Su rostro
inclinado era la imagen viva de la ternura, tanto así, que bajé la vista y
entonces note que acunaba en sus brazos un gatito gris de hermoso pelaje largo,
le acariciaba como si se tratara de un bebe, en ese momento y entre tanta gente
levantó la vista y me miró…
Me sentí
incomoda, como si estuviera invadiendo su intimidad, desvié el rostro…pero inevitablemente volvía a
mirarle y él a mí, directamente a los ojos… totalmente consciente que nunca le
había visto, pero con la sensación de conocerle aumentaba cada vez más
intensamente, de pronto me sonrió, y me di cuenta que esa sonrisa solo la he
observado en niños, dulce, pura, casi etérea…jamás un hombre me inspiró una
ternura tan profunda.
La demora fue
de más de una hora y compartimos durante ese lapso sonrisas y miradas, hasta en
cierto momento me hiso un gesto levantado sus cejas como de desconcierto…
¿quién era?
De donde le
conocía, me daba perfecta cuenta que le pasaba lo mismo…
Esa incógnita
me acompañará siempre, pero… ¡no era un extraño!
Y
difícilmente creo que pueda olvidar ese rostro y esa expresión de bondad y dulzura…
Me hubiera gustado saber su nombre, solo para agregarlo a este relato que sabía
que tenía que escribir, entonces tendría un detalle más de ese ¨no extraño¨ que
acunaba entre sus brazos un gatito gris…
Si alguien le
ve seguro que le reconocerá de inmediato, emana luz, expresión de ternura y
sonrisa de ángel.
Hoy me
pregunto ¿hacia dónde viajaría el chico del gato?
Yyyy, ¿será
de este mundo o lo conozco de otro ¨lado¨?
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