TU SECRETO
(Cuento)
El atardecer
estaba precioso, caminábamos entre bromas y risas, siempre tu compañía me fue
sumamente grata y me divertía observar como la mayoría de las chicas te miraba,
tan alto, tan guapo... tu risa, un cascabel cuando te lo decía…
-Anda mujer,
yo solo veo los tíos que me envidian jajjajaj…
-Que loco
eres… ¿o abundan los miopes por aquí?
-Nada, yo no
soy miope…jajjaj estás guapa, ¿te parece si nos sentamos en el parque?
Nos
acomodamos en una banca y encendiste tu infaltable cigarrillo, hablamos de
muchas cosas, contigo no es necesario buscar tema, siempre lo encontramos, me
cuentas tus cosas, hasta las más íntimas.
Sabes que
puedes confiar en mí, como yo en ti lo hago, no existen los secretos entre
nosotros, por eso le nombré… Tu rostro
se puso tenso, cambiaste el tema.
-¿Nos
regresamos a la casa a comer unas pizas? Tengo un excelente vino…
-Sabes que
no tomo…
-Conmigo sí.
Reí
interiormente, siempre tu personalidad
tan marcada, termino haciéndote caso aunque no quiera, rompes mis esquemas,
pero me divierte, juegas a tratarme como si la pequeña fuera yo, pero eres tan
protector, que es agradable para mí esa manera de ser tan tuya, aunque sé que a
muchas personas les molesta.
Llegamos a
la casa con las pizas y sin decir una palabra pusiste en el ordenador la música
que sabes que me agrada y que también te gusta.
-¿Está bien
así, estas cómoda?
-Si claro mi
ángel, no te preocupes ¿te ayudo en la cocina?
-Noooo, si
yo cocino de maravilla, jajjaja ya verás que bien me queda,
Realmente me
sentía cómoda, tu casa tiene mucho de ti, me siento en paz, segura…
Regresaste
con dos copas y la botella de vino, sería tu voluntad, como siempre…ya
instalado en el sillón nuevamente, charlamos, escuchamos música, pero no tuve
mejor idea que volver a nombrarle.
Me miraste
con el ceño fruncido, las palabras fueron cortantes, frías, como tu semblante.
-Quieres no
hablarme más de ¨ese crío¨
-Perdón
conteste entre risas, ¿cómo crio? ¡Si es
mayor que tú!
-Mayor
puede, cronológicamente…pero yo tengo 10 años más de calle, y es un crio
inmaduro y estúpido, vale.
-No seas
malo, porque dices eso, es muy buena persona y la culpa de su alejamiento la
tuve solo yo, le lastimé…
-Pero que
dices mujer, tú culpa…no, eso no es cierto, no te mientas ni dejes que te
cargue con las culpas de su propia inseguridad, por eso digo que es un crío y
estúpido encima, que si no valora una mujer como tú, es un reverendo idiota…
La
conversación se tornó discusión, levantaste mucho la voz y cuando quise alegar,
defendiéndole, entonces…en ese momento apareció frente a mí un perfecto
desconocido, palabras soeces escaparon de tu boca, me insultaste con adjetivos
que jamás creí escuchar y…bueno, no sé cómo pudo pasar, mi mano voló y se
estrelló en tu cara…
Por un
segundo, tan grande fue el desconcierto que pareció congelarse el tiempo, solo
un segundo, saltaste hacia mí, con los ojos llameantes, fuera de ti, furioso,
me sacudiste por los hombros mientras entre dientes casi sin gritar, pero con
tanto coraje, dijiste….
-Nunca,
nunca me vuelvas a levantar la mano porque te mato.
La verdad,
me diste miedo, pero más allá de eso, la angustia por el rumbo que tomaron las
cosas me cerraba la garganta…incapaz de murmurar una palabra, solo te veía a
centímetros de mí, fiero, con los dientes apretados, las manos rígidas en mis hombros.
Hubiera
querido pedirte perdón, esa simple palabra vencería toda la violencia, pero no
pude pronunciarla, ni siquiera gritarte que me estabas lastimando…solo las
lágrimas incontrolables hablaron por mi…
Cambió de
tono el fuego de tus ojos, tus manos dejaron de ser garras y se tornaron cómplices
del abrazo, tembloroso.
-Perdón, perdón,
perdón…por Dios no llores…es que tu mujer, no entiendes nada.
Tus labios
resbalaron por mis mejillas bebiendo mis
lágrimas…de pronto, se apoderaron de mi boca, quise oponer resistencia, pero
siempre me pudiste, tenías tanto que
darme y yo necesitaba tan poco…
Con la misma
intensidad de tu enojo…tus insultos trocaste en jadeos, suspiros, mordiscos,
besos y tus manos dos palomas que buscaban afanosas hacer nidos en mi cuerpo…poco
a poco nuestra ropa no quiso interponerse entre pieles y fue deslizándose al
piso el fuego que ardía en tus ojos te
quemó por entero, ardió tu piel, tu boca, tu lengua…recorrieron sin conocerlos,
los caminos de mi cuerpo.
Y fui la
mujer que no era hace tiempo, despertaste instintos dormidos, olvidé mis miedos
y me entregué por completo a la loca pación de tus besos…fuimos todo y fuimos
nada, perdidos en el deseo, hicimos trizas la palabra amistad en el mismo
momento que penetraste en mi cuerpo y que dejamos de ser uno en el frenético
vaivén del amor hecho, estalló en mi vientre la lava hirviente de tu volcán y
el mío…
Caímos desde
el mismo infierno al paraíso, íntegros, renovados, sin sombras, leales a
nosotros mismos, como antes, cuando éramos amigos… perdimos mucho y ganamos
vivirnos por completo…
La mañana
siguiente, me desperté con la cabeza reclinada sobre tu pecho, ese donde otrora
encontré comprensión y consuelo, sin remordimientos, sin culpas…
Despacito
para no despertarte fui separándome del dulce abrigo de tu abrazo, te miré en
silencio, conteniendo la respiración, aún con la ternura de tus caricias
estremeciéndome el cuerpo…
Por tanto
tiempo fuiste mi amigo, que no entendí las señales que me enviaste cada vez que
hablé de el hombre que me robó el alma sin merecerlo…observé tu rostro relajado,
el perfil, la tupida negrura de tus pestañas, cubriendo el fuego de tus ojos imposibles, me costó
entender, eres tan bello y yo afortunada de ser el receptáculo donde quieres
dejar la sabia ardiente de tu cuerpo…
Pero, tengo
miedo, mucho miedo, te quiero con el alma, pero… ¿podré olvidarle o seguiré
esclava de este maldito sentimiento que me supera por completo?
Aun entre
dormido murmuraste…
-No te levantes,
quédate en mis brazos, tengo miedo que solo sea un sueño… gracias por pegarme,
de no ser así, jamás sabrías mi secreto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por pasarte a comentar