Ay pobrecita de mi alma, anoche soñé
contigo,
Tan extraño fue el sueño, que en él se
mezclaron,
Tu espíritu con el rostro de mi más querido
amigo,
Ese que me siembra besos donde tu dejaste
olvido…
En mi pecho palpitaron dos bocas que me
llamaron,
La del ángel que me abraza, me mima, me
cuida…
Y el hombre que no valora el amor que le he
brindado,
Aun sabiendo que nadie podrá adorarle en la
vida,
Ni ofrendará ante sus pies su corazón destrozado…
Ay de mí, ni en sueños logro arrancarme las
cadenas,
De qué me sirve ser libre si no le tengo a
mi lado,
¡Si el amarle tanto y tanto es la peor de
las condenas!
Porque mezclar en un sueño el bello rostro
del niño,
El pecho que me cobija, en el que derramo
mi llanto
Mi paz, mi aliento, mi ángel, quien me
cubre de cariño,
Con el hombre que disfruta mi dolor y mi quebranto…
Que desvarío total el sueño que yo he
soñado…
Formar un hombre con trozos ¡de un alma y
un desalmado!
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